"Bajo el cargo de portación de caries, se condena a esta muela a ser expulsada de la boca", dijo Marcelo el dentista y procedió a arrancarla. La muela de juicio se aferraba a la encía, convencida de su inocencia. Hubo forcejeos y finalmente el instrumental odontológico pudo más y se la llevó de mí, dejando un hueco sanguinolento allí donde antes habitaba la susodicha.
1 comentario:
la mía confesó y se entregó mansamente. Pero sangre hubo igual.
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