viernes, 21 de noviembre de 2008

El fin de los tiempos

A mi reloj pulsera se le acabó la pila. La pantalla digital está vacía, el fondo de color cemento sobre el que se veían los números negros ahora está desierto.
Un reloj sin pila es un cuerpo sin vida, algo que está pero no sirve, que no tiene función ni propósito.

El acto reflejo de mirar la muñeca choca con la realidad de la hora ausente, parecido a cuando se pierde a alguien porque se murió: volvemos a los lugares adonde generalmente lo encontrábamos, y ya no está ahí.

2 comentarios:

Cintia Fritz dijo...

Debés ser la única persona que conozco que usa reloj digital...

¿De dónde nos vendrá la obsesión por necesitar la corroboración horaria todo el tiempo?

A veces me obligo a salir sin reloj, haciendo trampa, porque siempre está la hora del celular viene a rescatarme...

Abrazo

carmela dijo...

Creo que se cambia por 5 peshitos. Igual no uso reloj hace tiempo, y no se bien porqué. No tengo argumentos metafóricos ni sobrenaturales ni estéticos. Creo que sucede porque me olvido.

Pero me gustan.